¿Donde está el grillo?
Con frecuencia, lo que determinamos erróneamente no es la distancia, sino la dirección en que se encuentra el objeto que suena. Nuestros oídos distinguen bastante bien si un disparo suena a nuestra derecha o a nuestra izquierda (Fig. 1).
Fig. 1. ¿Por qué lado se hizo el disparo, por el derecho o el izquierdo?
Pero son impotentes para determinar la situación de la fuente del sonido, cuando éste se encuentra directamente delante o detrás de nosotros (Fig. 2).
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Fig. 2. ¿Dónde dispararon?
Suele ocurrir, que un disparo hecho por delante, le oímos como si hubiera sonado por detrás. En estos casos somos capaces de distinguir solamente, por la fuerza del sonido, si el disparo fue hecho cerca o lejos.
Citaremos un ejemplo que puede servirnos de enseñanza. Sienta a un amigo cualquiera, con los ojos vendados en el centro de una habitación y dile que se esté quieto y que no mueva la cabeza. Después, toma dos monedas y haz sonar la una sobre la otra, procurando permanecer siempre situados en el plano vertical que pasando entre los ojos, divide por la mitad la cabeza del que está sentado. Hecho esto, preguntad a vuestro amigo, en qué sitio sonaron las monedas. El resultado será increíble: en lugar del ángulo en que se produjo el sonido, señalará el punto opuesto.
Pero si te apartas del antedicho plano de simetría de la cabeza, los errores no serán tan grandes. Esto es comprensible, porque en este caso, el sonido llegará antes y con más fuerza al oído que está más cerca, y, gracias a esto, vuestro amigo puede determinar el sitio de donde procede el sonido.
Este experimento explica, entre otras cosas, por qué es tan difícil encontrar un grillo que chirrea entre la hierba. Su agudo sonido se oye a dos pasos de nosotros, a la derecha de la calle. Miramos hacia allá, pero no vemos nada; el sonido se oye entonces por la izquierda. Volvemos la cabeza hacia allí, y el sonido nos llega desde un tercer punto. Y cuanto más rápidamente miremos hacia el lado del chirrido, con más agilidad parece que salta este músico invisible.
Sin embargo, el insecto está quieto en su sitio; sus maravillosos saltos son fruto de nuestra imaginación y consecuencia de una ilusión acústica.
Nuestro error consiste, en que al volvernos, colocamos la cabeza de tal forma, que el grillo se encuentra en el plano de simetría. En estas condiciones, como ya sabemos, no es difícil equivocar la dirección del sonido. El chirrido del grillo suena delante de nosotros, pero nos parece, erróneamente, que suena por el lado contrario.
De aquí podemos sacar una conclusión práctica: si queremos determinar de dónde procede el chirrido de un grillo, o el canto de un pájaro u otro sonido lejano cualquiera, no debemos girar la cabeza hacia el lado por el cual suena, sino, al contrario, volverla hacia otra parte. Esto precisamente es lo que hacemos cuando, como suelo decirse, aguzamos el oído.
Adaptado de “Física Recreativa” por Yakov Perelman.
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